¿Qué es?
La gastroenteritis aguda o GEA es una afectación del aparato gastrointestinal en la que se produce una inflamación de su mucosa (revestimiento), producida por una infección. Dicha inflamación da lugar a un aumento de las deposiciones diarias que el niño tiene y al cambio de su consistencia, acompañado de otros síntomas como vómitos y fiebre.
Es una enfermedad frecuente que se transmite a través del agua y los alimentos. Los niños que acuden a guarderías, los que viven en zonas empobrecidas con malnutrición o con alteraciones del su sistema de defensa, son los que más riesgo tienen de padecerla.
¿Qué lo produce?
Como hemos dicho, la gastroenteritis se produce en la mayoría de los casos por la infección del tracto gastrointestinal de un microorganismo que entra en contacto con el cuerpo a través de la boca, bien por la ingesta de alimentos o aguas contaminadas y en mal estado, o bien por contacto con una persona enferma que no tiene una adecuada higiene de las manos. Estos microorganismos pueden ser virus, una bacteria o, menos frecuentemente, un parásito. La principal causa en los niños es la infección por un virus (hasta un 50%). Además, tienen una incidencia estacional típica, son más frecuentes las bacterianas en el verano y las víricas en el invierno.
Dentro de los virus más habituales productores de esta infección están los denominados Rotavirus, Adenovirus…etc. Las bacterias causantes pueden ser la Echcericha coli, la Salmonella, el Campylobacter, etc. Y dentro de los parásitos podemos nombrar a la Giardia lambia o el Cryptosporiduim.
Otras enfermedades y situaciones que pueden producir diarrea y vómitos son la alergia o intolerancia a la proteína de la leche de vaca, enfermedades que producen una malabsorción de los alimentos en el intestino como la fibrosis quística, la toma de antibióticos, etc.
¿Cuáles son sus síntomas?
El síntoma fundamental de la gastroenteritis es la aparición de diarrea con heces líquidas o semilíquidas y un aumento del número de deposiciones. Las heces, dependiendo del agente causante de la infección, pueden ser más acuosas, o estar acompañadas de moco, sangre o pus. Además, pueden aparecer vómitos, dolor abdominal, fiebre y alteración del estado general. Lo más habitual es que su aparición sea brusca y la duración limitada a 2 o 3 días.
Los padres o cuidadores del niño, deben prestar especial atención a signos de mala evolución como deshidratación (labios y mucosas secas, disminución de la cantidad de orina, imposibilidad para la rehidratación por boca, etc…), fiebre alta persistente, sangre en las heces, diarrea prolongada y si el niño tiene un marcado malestar general o padece alguna enfermedad grave de base. Todos estos son motivos para consultar sin demora al pediatra.
¿Cómo es el diagnóstico?
El diagnóstico de la gastroenteritis lo realiza el pediatra habitualmente mediante el interrogatorio clínico que realiza a los padres, en el cual les preguntará por las características y síntomas que presenta el niño. También puede preguntar si hay casos de gastroenteritis en la familia, la escuela o la guardería, si el niño ha podido ingerir algún alimento en mal estado, o ha viajado recientemente. Después, el médico realiza una exploración física al niño fijándose en el estado de hidratación de su piel y mucosas, su estado general, la palpación del abdomen, la auscultación con el fonendo de ruidos abdominales, el corazón, etc.
Sólo en los casos de mayor afectación del niño o mala evolución, el médico planteará la realización de otras exploraciones complementarias como cultivo de las heces para detectar en el laboratorio la presencia del microorganismo que está produciendo la infección. Se pueden realizar otros estudios, además, para detectar virus o toxinas presentes en las heces.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de la gastroenteritis en los niños se basa fundamentalmente en su hidratación. En las primeras 4 a 6 horas se debe iniciar una pauta de rehidratación oral (con soluciones hiposódicas que se encuentran en farmacias). En la primera hora, utilizando una jeringuilla o cucharada sopera, se le ofrece al niño la toma de 10 a 20 mililitros (de 2 a 4 cucharadas soperas) de este tipo de solución, repitiendo la toma cada 10 minutos. Pasado ese tiempo, si la tolerancia es adecuada se administra mayor cantidad, dándole en torno a 20 a 25 mililitros (4 o 5 cucharadas soperas) cada 5 o 10 minutos. En las horas siguientes, se continúa ofreciendo al niño dósis cada vez mayores. Además, en los bebés que beban lactancia materna exclusivamente, no debe interrumpirse la lactancia y de igual forma, se debe seguir ofreciendo la leche de fórmula si el niño tiene una lactancia artificial.
Si en un momento dado el niño vomita, se debe interrumpir la administración del suero durante 30 minutos, tras lo cual se inicia la pauta desde el principio.
Pasadas esas 4 a 6 horas iniciales, o cuando se observe que el niño ya no vomita, se reintroduce la alimentación blanda o sólida, que puede ser libre según la apetencia del niño. Se aconsejan alimentos pobres en residuos (plátano, manzana, patata, arroz, etc.). En el caso de los bebés con alimentación complementaria, se pueden utilizar papillas o potitos compuestos a base de estos alimentos, adaptados según la edad del bebé.
De forma habitual no se precisa la administración de ningún fármaco para el tratamiento de la gastroenteritis. En el caso de que aparezca fiebre, el pediatra puede indicar la toma de un antitérmico como el paracetamol. Sólo prescribirá tratamiento antibiótico si sospecha que el origen de la infección es una bacteria o esto es confirmado por medio del cultivo de las heces. Igualmente, el uso de fármacos antidiarreicos o antieméticos (con acción antivómito), está muy restringido a determinados casos y siempre debe ser valorado e indicado por el pediatra.
A veces el pediatra puede sospechar que debido a la gastroenteritis, el intestino no puede absorber el azúcar de la leche (la lactosa). En esos casos indicará la toma de fórmulas artificiales sin lactosa.
Además, se ha observado que el uso de probióticos puede ser beneficioso para reducir el número de deposiciones y la duración de la diarrea en el caso de gastroenteritis producidas por Rotavirus o secundarias a la toma de antibióticos.
Sólo en los episodios graves con afectación importante del niño: deshidratación severa, signos de mal pronóstico, padecimiento de enfermedades graves de base, alteración de las defensas (inmunodepresión), malnutrición etc, deben ser hospitalizados. En el hospital se realiza un tratamiento de rehidratación con sueros por vía intravenosa y si es preciso, la administración de antibióticos u otros fármacos según el origen de la gastroenteritis y su evolución.